martes, 5 de mayo de 2009

Ritos mortuorios: ¿frío o caliente?

Desde las célebres momias y pirámides egipcias hasta nuestros actuales entierros en cementerios, cada pueblo ha tenido sus ceremonias y costumbres a la hora de decidir qué hacer con sus muertos.

Recientes artículos periodísticos marcan las nuevas tendencias y opciones para el destino final de los cuerpos­: la cremación y la criogenización.

Según estos informes, la cremación está ganando terreno frente a la tradicional sepultura. Evitar los gastos perpetuos que genera el servicio de cementerios ha incrementado su elección.
En este procedimiento el cadáver se mete en un gran horno y se incinera hasta ser reducido a cenizas que se entregan a los familiares para que estos dispongan su ubicación póstuma. Arrojarlas al mar, en el jardín de la casa o en el campo de juego del equipo de fútbol preferido son las opciones más comunes. Otros prefieren conservarlas en una pequeña urna en algún lugar del hogar.

En el otro extremo climático, la criogenización es un sistema de conservación de las estructuras biológicas mediante frío, con la esperanza de que nuevas tecnologías puedan devolverles la vida.
Consiste en congelar a la persona muerta a 196 grados bajo cero. Se puede congelar todo el cuerpo o solo la cabeza, apostando a que en el futuro puedan fabricarse cuerpos apropiados para estas. Actualmente hay 200 personas congeladas y más de dos mil ya firmaron su contrato para ser criogenizados. La demanda de este servicio promete crecer en los próximos años en forma significativa.

Más allá de preferencias y costumbres, desde este blog creemos que estas cuestiones no deberían preocuparnos excesivamente.
Las palabras de Dios en el Apocalipsis “Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca" (Ap. 3:16 N.V.I) no tienen nada que ver con ritos mortuorios. Por el contrario, condenan la tibieza de aquellos que no abrazan su fe con pasión y compromiso mientras aún están con vida.

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