miércoles, 27 de mayo de 2009

Desabróchense el cinturón, vamos a hablar de sexo.

En Internet el sexo sobreabunda. Dicen que mueve millones de dólares. Todo sitio que se precie tiene algún gancho relacionado con el tema. Pero hasta ahora, este blog tiene menos sexo que la revista "Chacra". Ya es hora de sumar algún contenido con esta etiqueta. No sé si será muy comercial, pero espero que sea útil.

Hace alguños años un amigo del alma me invitó a su casamiento. Se había enamorado de una cordobesa preciosa y, por supuesto, tuvo que ceder la localía de la ceremonia. A Córdoba fuimos.

El casamiento se realizó en una iglesia cristiana evangélica. Novia y novio muy elegantes, familia, amigos, flores y marcha nupcial. Mi amigo me había pedido que participara dirigiendo algunas canciones de alabanza a Dios. Cantamos. Oramos. Todo normal.

Hasta que el pastor que tenía a su cargo el sermón (un lúcido y sabio anciano de cabello canoso y apariencia de abuelo de cuento), luego de reflexionar sobre la importancia del matrimonio y de dar a los contrayentes los tradicionales consejos bíblicos, dijo estas palabras:

- Ahora vamos a hablar de sexo!

Acto seguido, y ante el estupor de la concurrencia, comenzó a desabrocharse el cinturón, y jalar del mismo hasta quitarlo completamente de su pantalón. Los murmullos y la exaltación general eran indisimulables. Yo estaba fascinado. Todo aquello que se salga de los cauces de lo esperable me apasiona. Aquel hombre había captado la atención de todos los asistentes, como la tuya en este momento.

Su cinturón era uno de esos reversibles, así que quitó la hebilla y la separó de la correa de cuero. Dijo:

- El matrimonio es como este cinturón. La correa representa el amor, la hebilla representa el sexo. El amor es la parte más grande e importante, el sexo ocupa menos espacio. Pero así como la correa sin hebilla no forma un cinturón, sin buen sexo el matrimonio no cierra. Asimismo, la hebilla sin la correa no sirve para nada!
El sexo une al matrimonio y el amor lo sostiene.

Qué maestro...

Nota del autor: El lúcido y sabio anciano era el Pastor Raúl Caballero Yoccou.

3 comentarios:

  1. Ciertamente, porque no es lo mismo maestro que buen predicador.

    Buenos oradores hay muchos. Son aquellos que con sus palabras nos motivan. Pero luego de un tiempo recordamos el impulso que nos produjo su mensaje pero no tanto su contenido.

    En cambio, con el maestro sucede que pasados los años, seguimos recordando sus palabras y sus enseñanzas.

    Un beso. Dany

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  2. Che ... me encantó !! hace 24 años que me saco el cinturón en el mismo lugar y para que lo vea la misma persona y no hay dudas que la fidelidad trae frutos imposibles de contar en este espacio ... Otra cosa tambien es certa: "tube que agragarle algunos agujeros como consecuencia de los kilos de más ... jajaja

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