jueves, 18 de junio de 2009

Al que te pida, dale


"Al que te pida, dale" Jesús (Mateo 5:42)

Me encanta mi ciudad y recorrer sus calles es siempre un paseo agradable.

La ciudad de La Plata tiene un trazado perfecto, numerosos espacios verdes, bellos edificios públicos, un pequeño pero atractivo centro comercial, acogedores bares y confiterías, miles de jóvenes estudiantes, barrios tranquilos donde el sol de las tardes de invierno calienta las veredas, diagonales, tilos y fútbol.

Pero al caminar por sus calles, como pasa en tantas otras ciudades de Latinoamérica, una faceta triste nos golpea y nos confronta con la dura realidad social que viven nuestros países. Son los cientos de personas, niños, jóvenes, y ancianos que deambulan mendigando.
Cada uno a su manera, las viejitas y las familias con bebés de brazos se sientan en las veredas concurridas extendiendo su mano en busca de solidaridad. Los chicos de la calle piden monedas en los restaurantes y en los semáforos. Los más jóvenes, solicitan dinero a cambio de servicios que nadie les pide: limpiando parabrisas de autos o cuidando coercitivamente los vehículos estacionados.

A cada paso nos encontramos con ellos, y en cada encuentro hay una decisión que tomar: dar o no dar.

Quienes eligen no dar tienen sus razones : que fomenta la vagancia, que los chicos son usados por sus padres, que el dinero recibido es usado para vicios, que no hay que dar dinero sino comida, que si le damos a todos los que nos piden no nos alcanzaría para nuestras necesidades, etc.

Por mi parte, y sin pretender hacer de mi decisión una dogma universal, sino simplemente para compartir un criterio personal, me encolumno entre los que deciden dar.
Si bien comprendo los argumentos para no dar al que mendiga, la realidad es que no puedo saber la situación real de cada uno. No siempre puedo comprarles algo para comer ni es lo único que se necesita para vivir. No puedo saber que harán con ese dinero. No puedo solucionar su problema de fondo, a algunos solo los veré una vez.
Pero recuerdo las palabras de Jesús y les doy lo que me piden, como una forma de compartir un poco de lo que yo tengo.
Sé que tengo otras responsabilidades sociales que cumplir además de ésta, pero ante todos los "no" y la indiferencia que recibe esta gente todos los días, en lo que a mí concierne, he resuelto que lo mejor es darles un "si", unas monedas y una sonrisa.

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